JULIO QUE TIENE GANAS DE MORIR
Digamos que eran las diez, pero él sabía que las cosas pasaban o pasarían horas antes o después, respectivamente, y que en ese momento todo era inerte y que lo único que podía hacer era esperar o recordar porque otra cosa no había para hacer.
En fin, era un viernes diez de enero, creo, y el día parecía que iba a ser normal. Julito se levantó, se lavó los dientes, se peinó perdiéndose en el espejo, todo normal, hasta se preparó un café lo suficientemente amargo, como siempre. Digamos que todo era como un martes normal y que Julio se encaró a la calle como sólo él a las ocho y media, perfumado, listo para tomarse el bondi que lo dejaba en la puerta del estudio contable, ahí en Flores.
Así que se levantó, pero no notó que le caía el piano en la cabeza, nadie lo notó. Después de ciertas cosas despertó en el hospital, diagnostico de cáncer, suicida, esquizofrénico, que su vida era una mentira, y eso que no era él; así que un lindo día, sin poder soportar eso, dejó de respirar y dejó a la familia en banda.
Julián Campos.
(agregar agradecimientos, mencionar a Michelle)
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