sábado, 3 de octubre de 2015

Habitué 2, anexo primero

Hoy todo fue diferente. Sábado preso de la juventud, de todo eso, pero a las 7:45 a.m.

No me crucé a nadie en todo el trayecto, nadie. Por algo, no sé por qué, corrí.

Pensaba:

Camino conocido, camino extraño
quizás mañana vuelvas a ser el mismo
o quizás ya nunca vuelvas del cambio.

Asustado, intento no hablar de ello
procesar lo que no recibo, pensarlo.
Pies de cartón, corazón de cartón
no me dejan ya salir.

Curioso que corra de un amigo
de mi mismo
de tu piel
el frío.


jueves, 1 de octubre de 2015

Habitué, 2

La misma vuelta, algo más pesada esta vez.





Cuáles serán los fundamentos máximos del hombre, qué lo rige? Claro, cada uno tendrá sus diferencias, pero si nos centramos en uno solo, en alguien, aquél de ahí, la pregunta se mantiene igual de amplia, incluso más que con la generalización a simple vista. Es que las cosas siguen siendo complejas, tanto en la visión mayor como en la visión menor; así, cómo es posible que alguna vez lleguemos a saber algo a ciencia cierta?





Ayer, cuando volvía y estaba esperando el momento de hacer el pequeño gesto con la cabeza —saludo típico, paso por ahí todas las semanas desde hace 6 años— al trapito de mitad de cuadra, pude escuchar parte de la conversación que mantenía con el dueño del quiosco de al lado; al parecer algún conocido por ambos había fallecido, pero pude escuchar, justo cuando pasaba y saludaba a los hombres, que Pedro (bautizado a partir de ahora, algún día preguntaré) le decía al trapito: "a veces hasta la muerte es una cosa muy linda".
El trapito (tiene cara ideal para Carlos) está viejo, en estos seis años le ha pasado una vida por encima, hasta dos, diría yo; su vida, de lejos, parece algo vacía, permanece siempre igual, como yo. Puchos baratos, un cajón de cerveza para sentarse, siempre tratando de agarrarse alguno para hablar; mira, observa muchas veces el terreno baldío lindante y se nota en su expresión que reflexiona, hace un par de muecas, a veces lo he visto mirar pasar el tren, qué será acaso lo que pensará aquél hombre del paso de sus días? qué le habrá podido responder a Juan?

Adelante siempre se puede ver gente mayor, yendo y viniendo. Con algunos ya nos conocemos de vista y emitimos una pequeña sonrisa al cruzarnos, lenguaje imperceptible para un ajeno. Dónde irán siempre me pregunto, con sus carros, sus bolsas, sus años. Incluso a veces me cuestiono que los años pasen para ellos, que llega una edad donde no se envejece más, ya que en seis preciados años siguen milimétricamente  igual.

Es que siempre las personas de repiten, algunas hasta todos los días. Conozco de miradas a una piba que siempre anda con el celular, en una atracción digna de ver, y que apenas levanta la mirada cuando paso; las pocas veces que justo no lo estaba usando, me dirigió mirada de reconocimiento/decepción, esa chica espera demasiado. La forma de su nariz no me gusta, ella será Carla.
Otro conocido es Juan, siempre de lentes, barba joven bien cuidada, auriculares. Sabe bien quién es, demasiado, obvio que yo no, nunca lo vi sin lentes, por ende tampoco sé si el me regresa la mirada. Odio los lentes de sol, jamás usé ni planeo hacerlo, aunque odie el sol y aunque no puede ver directo a los ojos.
Del lado de acá está Guillermo, de rulos, parece algo más chico que yo. Siempre apurado, pero sonriendo. Me lo cruzo siempre en el mismo lado, es algo increíble; una vez le alcance algo (¿una lapicera, llaves?) que se le había caído, desde ahí el saludo es más notorio.



No sé si presto demasiada atención a las delicadezas que me rodean, que llenan el habitué, este habitué, un simple trayecto de unas nueve cuadras; quizás sea simplemente que recorro el mejor trayecto jamás andado o que esas delicadezas tienen su mirada fijada en mí. En todo caso es superfluo y no creo que me interese demasiado. Todo es superfluo, todo es relativo, todo es el centro del universo.





Pensé varias maneras de hacer esto, y puede que algo cambie, pero es que es muy complicado resumir seis años en unas cuantas semanas, en unos cuantos viajes habituales más, para luego dejar todo, de la manera más abrupta imaginable. Uno por semana, elaborado con un súmmum de esta. Fácil, rápido y enteramente superfluo para el ajeno, el otro, el que puede leer.