lunes, 28 de agosto de 2017

Anotaciones de viajero romántico: Parte 1, la presentación

PARTE UNO: LA PRESENTACIÓN



El viento fresco
la montaña

El plano secuencia que arranca
con subirse al auto
y pasar de la ciudad
al cielo de estrellas imposibles
viendo correr paisajes
distintos en extremo entre sí



Viajar muchos kilómetros
muchísimos
pero siempre solo
Teniendo de fondo la radio de pueblo
cantando alto con los bee gees
—gritando alto—
escuchando el disco que me pasaste

Imagino ahora el mismo viaje
en tu compañía
tomando mate dulce
—a la única que acepto—
comprando en el minisuper de esa Shell
un sánguche gigante y horrible
que partido a la mitad será merienda

Salir a la ruta bien temprano
pasando primero por una panadería de pueblo
Parando sólo donde nos guste la sombra
mirá qué lindo aquél árbol
y me obligarás a frenar
Que la gente diga
al vernos pasar de la mano
—porque ese día estaré romántico—
que no todo está perdido
mientras nos sonríen al levantar la vista

Así nos aprovecharemos
para pedir indicaciones
sobre cómo agarrar esa ruta
eje de acción de bailarina
sobre el vértigo de aquellas montañas

A otros les contaremos
que viajamos sin rumbo
hace seis años cumplidos el mes pasado
mientras vos te aguantás la risa
Contar que viajamos porque esa es la razón
viajar para llegar a ningún lado
viajar, ver la sombra, detenerse, volver a arrancar.




Ayer recibí el llamado
debería de volver,
o de llegar.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
dolor, culpa, preocupación
cierro los ojos
dolor, culpa, todo oscuro
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Pero hoy llegó un mensaje tuyo
vayamos bien lejos
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
culpa, impotencia, halo de esperanza
abrir los ojos
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
y no resistí.
Aunque tu casa es lejos
—tan lejos como ahora lo es la mía—
confío tardar menos en la vuelta.




así ando largo rato
y descanso rato poco

Cada tanto, en el medio de la monotomía
de ruta del norte bajo sol de primavera
metido entre unas montañas de no sé qué
freno en la banquina para dar vueltas al auto
otras veces sólo a ver el vuelo de los pájaros
o simplemente me quedo escribiendo un poco

—poco escribe el que poco vive—

—caramelo de distracción para continuar viaje
me digo, sentado en la reposera
que siempre está guardada
en el asiento del acompañante.

sufriendo rato largo
porque analizo poco rato.

domingo, 27 de agosto de 2017

Pequeño e ingenuo manifiesto: Un escritor

El escritor



Soy fiel creyente de que el escritor —bueno, malo, profesional o no, que de aquello o simplemente lo hace por nece(si)dad— que no siente las cosas que describe, que cuenta, no puede reflejar fielmente la realidad que intenta plasmar. Si no las vive, si no las sufre; por algo buena cantidad de grandes escritores viven poco, cansados de todas las andanzas que el alma y la mente tuvieron a través de los años.

Es por ello que intento plantar en mí la semilla de dolores, de pasiones, amores, odios; vivir un tiempo bajo el peso del personaje, y no importa si mi lenguaje es insuficiente (que lo es bastante), porque lo que diré, lo que escribiré, lo estaré sintiendo y eso ya alcanza para dar una pincelada, sin importar cuán exacta y precisa sea.


-popper en borrador.

martes, 22 de agosto de 2017

Cuento ovejas

alguna anotación antes de dormir



vida
descarada
imperfecta
realmente insoportable

cuento ovejas
sublimar
sitar taciturno

cuento ovejas
no hay sentido
¿por qué no hay sentido?

no cuento más
sitar agresivo

qué sufrimiento
el del perfeccionista
porque nada tiene sentido acá
debería escribir mejor mi novela

o capaz ya la escribí
y no me atrevo a interpretar mi papel.


cuento ovejas
oscuro
muy oscuro
una reposera
está algo chueca
también oxidada
qué linda la reposera
la luna
me hice un garage
debe haber más reposeras dentro
la tierra
brillo de una pantalla
veo la hora
vuelvo
otra vez oscuro
la luna
un cráter
se puso todo violeta
estoy en el fondo
los bordes oscuros
cielo entre violeta y verde
¿una prisión?
revolver sigue de fondo
odio a Ringo
veo la hora
cuento ovejas.

lunes, 14 de agosto de 2017

Incinerar

fuego en un papel
sobre mi escritorio
alcanzando mi cama
mi casa otra vez en cenizas.





A veces tengo convicciones, 
digo, 
me gusta creer cosas y defenderlas, 
amarlas.

Sí, me gusta también creer en el amor, 
a veces
le juro lealtad, compromiso, 
y si alguien osa a hablar mal de él 
gana mi retórica, que suena bastante convincente. 



A veces me proponía cosas, 
como caminar o aprender a leer, 
algunas cumplí y otras no tanto 
—véase la definición de caminar— 
pero la gracia radicaba ahí, en la propuesta. 

Voy a hacer amigos en el colegio, 
afrontaré el dilema de la secundaria, 
intentaré tocar la guitarra, 
afeitarme sin cortarme.


Ayer creía en el amor,
hoy a la mañana también.
Al mediodía trastabillé 
y una charla a la tarde confirmó todo.

Una simple llamada,
un simple mensaje de texto,
un inmundo mensaje de texto,
suficiente para replantearse cosas básicas
tales como el amor, o lo difícil de respirar.

Con el oxígeno de mis pulmones,
al caer el fósforo,
creo que llama no va a faltar.
¿Agarrará fuego bien el corazón?



La otra vez hablé de películas,
de que estoy dentro de una
bastante lenta y aburrida,
donde tanto drama empalaga.

Ni a mí me gusta,
suceden cosas sin razón
y los puntos de atención están mal colocados,
nunca seré buen foquista.

A veces hago foco en lo que creo que es el eje principal
y pierdo de vista lo que me rodea, quienes me rodean.
A veces intento enfocar a mi vieja, mi viejo, familia,
pero me vuelvo a desviar. 

Para cuando vuelvo
ya las cosas sucedieron,
y yo perdí el momento,
tampoco seré nunca buen fotográfo.



Aún sigo proponiéndome cosas,
lo de ayer fue ser mejor hombre.

Me desperté intentando proponerme el amor,
pero un golpe que ni siquiera entró en cuadro,
me dijo que lo de hoy es destruir el mundo.

Lo de mañana es destruir el mundo.
Lo de pasado también lo será.