viernes, 2 de junio de 2017

Hoy es la noche, parte 1

si hay algo que me caracteriza es el no tener huevos.
A Michelle: Hoy es la noche.

Y si todo dependiera de una noche?

Los años venideros, la tristeza, la depresión más inmediata, todo dependiendo de hoy. Sí, hoy se decide todo, no importa que la fecha de publicación no coincida con la de lectura, hoy es tu noche; y no importa si afuera el sol miente diciendo lo contrario, hoy es tu noche y de lo que pase hoy o no depende todo.


Y si dependiera sólo de lo que hoy escriba o no?

Hoy es la noche y yo ni siquiera estoy bien vestido, siquiera tengo ganas de hacer algo, siquiera el tiempo. Pero es hoy y no importa ya nada más, si estoy peinado o no, si la música acompañará, si soy buena persona. Veo venir el vacío, asomarse, y ayer noté que uno de mis discos está al revés, no me tengo demasiada fé y siempre me caractericé por ser fatalista; aunque hoy mi catástrofe sería que la noche no la fuera.

El pecho no está preparado para lo de hoy, duele y ni siquiera es la hora, siento pena por él. Los ojos empiezan a pesar, la mirada cae al piso, cae porque el cuello ya no aguanta tampoco la presión. Qué se va hacer che, me digo mientras pienso que en realidad todo es culpa mía, obviamente, como cada cosa que va a pasar esta noche.

¿Habré dicho las palabras correctas?

No lo creo.


Conté desencuentros como estos cual monedas,
le recé a dioses en los que nadie cree
llegué a la conclusión de todos, la maldición
hoy la desmiento.

Bah, ¿cuál es el desmentido acá?
¿Soy yo una mentira? Sí, lo soy
Pero yendo más allá,
¿lo que dicta mi pecho es una mentira?
¿siento cosas? ¿amo a otros seres?

¿Realmente sentís todas estas cosas o solo sos vos preocupándote por no caer en la lupa de vos mismo?


Quién podría predecir que esto iba a ir para esos lados, no eran mis expectativas con la noche que cada vez se acerca más, y que se hace fuerte en mi carne mientras escribo esto, porque el pecho vuelve a doler y vuelve a pesar el cuerpo, recordando todo lo que posiblemente suceda en un futuro próximo.

Me miré al espejo y vi mis ojos inexpresivos, vacíos, bien metidos dentro de sus respectivas cuencas, la barba de varios días, los labios resecos; qué nos pasó. Y si en verdad no importa qué tanto me desarme en letras, qué tanto desparrame pedazos de mí, qué tanto ponga el pecho sobre el teclado, si escribo lo mejor de mi vida hoy? Si la noche acaba de asomarse y parece estar escrita ya.

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Puse "la noche" en Spotify y dejé sonando lo que salió; todos los ritmos son bastante alegres, debo estar mal yo nomás. Incluso Calamaro está bastante alegre hoy, es un complot, decidido.

¿Todo esto pasó porque no te regalé el disco de Almendra?
Siempre me olvido de pasar por la disquería, si ya los llamé y me dijeron que lo tienen. Capaz es solo porque cuando la cosa da para más siempre me escapo, ingeniosamente, eso no se puede negar, pero me escapo al fin y me llena bien adentro el ver tus ojos delatando tu jugada y saber que vos no podés ver la mía; verte desnuda frente a mí mientras lo único que atino a hacer es a agarrar el abrigo. Un saco, la campera, y si estás en casa pongo música para que no hablemos sobre los temas ásperos (qué vamos a hacer con nosotros) a la espera de ver caer tus ojos, como ahora lo hacen los míos sobre las letras, de ver cómo lentamente el cuello no puede más y cae sobre la almohada, hasta que repentinamente llega una extraña energía extra que te hace levantarte a preparar un té.

Me llenan esas cosas, porque me siento fuerte en mi debilidad. Pude verte desde lo alto, de manera juzgadora, y sabía que tarde o temprano iba a llegar una noche, esta noche, la que decide el futuro de todos nosotros, y que mis acciones iban a sumar siempre negativamente y que como resultado final daría que soy una mierda de persona, un hombre que se aprovecha por conveniencia de sus gustos y que se niega a aceptar a algo o alguien que no sea él mismo.

¿Cómo vas a hacer para dormir hoy?

Ya te habrás encontrado con él. El restaurante, los mozos, él seguro estará mejor vestido que yo, hablará mejor, tendrá la barba prolija, será más alto, jugará bien algún deporte, aparentará mucho mejor que yo. Vos me dirás qué tal mañana, pero yo ya habré sufrido la noche que decide todas las noches en soledad, al lado de la estufa que no llega a calentar nunca lo suficientemente el pecho, pensando todo lo mal que hice y en como después de esta noche nunca podré continuar igual porque hoy es inevitable todo, sea el resultado final una catástrofe como si no lo fuera.

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