lunes, 18 de agosto de 2014

fui

Nací para no poder escribir dos oraciones y mantener una línea parecida, nací para no escribir pero bueno, uno no se resigna (o más bien sí, pero otra noche). La lluvia de ideas, las tormentosas preguntas que me siguen a todos lados —siempre en orden repetitivo— y siempre a toda hora, y demás cosas agobian mi mente. No puedo siquiera terminar un estribillo, un verso, lo que sea, sobre catástrofes cotidianas y demás tópicos parecidos que se me vienen a la mente elefantes, faros, luces reflejadas en vidrios manchados, las manipulaciones del sueño, el ser humano como tal y muchas otras cosas más, todas siempre al mismo tiempo.


Yo soy de esas personas que piensan demasiado y nunca pueden hacer porque ya no alcanza el tiempo, por ende, cada acción está calculada en exceso. 
Soy la clase de persona que disfruta estar sentado sin hacer nada, solo charlando con uno mismo. Soy.

Me gusta la idea del ser, del soy. Cómo es que una aglomeración de materia y energía se haga estos planeamientos? 


¿Acaso es que el precio por vivir es tener que soportar todas las preguntas que no tienen respuestas?

Estoy obligado a tolerar que el sol salga todos los días. Es monstruoso.

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