viernes, 15 de agosto de 2014

implemencia

Son curiosas las complejas conexiones que puede elaborar nuestro cerebro, más aún bajo implemencias tales como el amor y otras drogas. Esto se pone en especial manifiesto cuando se trata del utópico amor.

Se toma la creencia de que en verdad hay espejos (almas gemelas, medias naranjas y demás accidentes que obviamente no mencionaré), que.. bueno no, no voy a seguir explicando, no se me dan esas cosas, pero se entiende lo que quiere decir este gordo cornudo. ¿Quien habrá inventado la palabra cornudo? Debe ser una de las puteadas más hermosas. Bueno, como decía, en ese estado se queda uno preso de su egoísmo, el valor nato de la humanidad, y aún más atado (preso) a los ideales que considera más bellos (curioso, ¿no?, ahí se puede notar el mayor efecto espejo). Y este hijo de puta sigue metiendo paréntesis, qué conchudo, che.

Y acá es donde no sé que más escribir, así que les escribiré lo primero que se me venga a la mente y una breve historia, aunque no prometo que no haya zapatos rozados.

Zapatos rozados. Él la miró fijamente, hubo conexión. Entraron en la danza rozada del amor, con puntas violáceas por allá, con una decoloración algo verde viniendo hacía el centro (¿Qué será el centro? Jamás le presté mucha atención, bueno sí, pero rehúso a llegar a conjeturas serias, no quiero llegar a tantas idioteces; supongo que será una de esas ideas filosóficas que en realidad no llegan a nada, y sí, prefiero adoptar la posición del alumno típico-pelotudo que te larga un "Y para qué me sirve esto —en el sistema del que voy a formar plata y quiero porque me plata mucha plata y cosas que están muy buena y plata, y otro día hablamos de eso— a mí?", así sería más fácil todo, debería haber más tatuajes que digan eso que los infinitos —y yo me pregunto de dónde carajo salieron todo esos infinitos, debe ser lo menos humano del mundo, cómo nos amo, carajo— que nos azotan constantemente en nuestra azulada vida cotidiana) y, curiosamente, su sobretodo negro mate hacía perfecto juego con sus zapatos rozados. Súbitamente se dio cuenta que eso era la realidad y volvió al sueño, ahora sí se podía disfrutar del amanecer.

Amor es humano, amor es egoísmo, amor es en el mejor de los casos utópico y en el peor, utópico.

Estuve como cuatro horas interrumpidas escribiendo la incongruencia pelotuda esta, llegando a cero conclusiones, no estudiando para el examen de mañana, sin saber muy bien todavía la correcta acentuación de "como" en todos los casos posibles y sin siquiera mantener una línea (horriblemente naranja, como este blog). Ojalá alguien lea esto, me puteé y le agarre lupus ocular temporal.
Ah, sí, la vida no tiene razón, pero debemos someternos a ambas cosas por igual, honey.

"Así pues, el padre Ubú meneó
la pera, por lo que desde entonces
los ingleses le llamaron
Shakespeare, y habéis de él, bajo
ese nombre, muchas hermosas
tragedias por escrito" 
"Se sale vivo y se vuelve muerto"

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